Leo en este texto, escrito conforme a las
lecturas de la Iglesia para hoy, compartido en este Miércoles Santo de 2024,
algo que coincide mucho con lo que pienso en estos días: No es la tradición lo
importante, sino la conversión.
Por desgracia, a través de las redes
sociales se está viciando mucho la esencia de los actos y de las cosas,
especialmente, en las cuestiones de la Iglesia. Gente que va a procesiones
porque le gusta el arte; porque lo hacen desde pequeños; porque, siendo ateos o
agnósticos, les gusta ver los pasos en la calle… Y luego, instituciones y
organizaciones civiles, que hablan en sus medios de comunicación de cómo es la
Semana Santa. Y todos la vician, la deforman, la destrozan, hablando de la “tradición”.
La “tradición” (ver https://dle.rae.es/tradici%C3%B3n),
una transmisión de generación en generación, una costumbre conservada, una enseñanza
o doctrina que se transmite… Todo eso es absurdo, es irrelevante, es nimio para
referirse a lo que los cristianos vivimos durante la Semana Santa. Y lo peor de
todo es que hay católicos que le dan pábulo a esta forma de comunicar este
tiempo, demostrando su escasísima formación cristiana.
No es la tradición, es la conversión lo
importante de la Semana Santa, vivir los cultos y compartir los sacramentos en
comunidad, profundizar en la oración y que todo ello sirva para un mayor
contacto con Dios, a través de los misterios de la Pasión, Muerte y
Resurrección de nuestro Señor Jesucristo, que murió por todos nosotros
(pasados, presentes y futuros), para darnos vida, esperanza en la Salvación,
sentirnos hijos de Dios, hermanos todos, para trabajar por un mundo mejor en el
Nombre del Padre.
La palabra “tradición” no debería ser
pronunciada por los que nos decimos discípulos de Cristo, sino que es la
conversión propia y animar a nuestros prójimos, a través de los sacramentos
(los Santos Oficios de estos días, lo más importantes de todo el año litúrgico),
la oración e incluso el arte sacro que sale a la calle, en esos hermosos pasos
procesionales, lo que debería ser nuestra primordial motivación.
Para nada servirá la “tradición” que, como muchas otras costumbres ya lo han hecho, desparecerá, sino priorizamos la conversión. Gracias por leer esta opinión personal, que Dios nos dé mucha Luz, la Luz de Cristo, a todos.