¿Por qué la Providencia?

¿Por qué "la Providencia"? Hay muchas cosas que los cristianos católicos creyentes no solemos tener en cuenta, como que, frente a la importancia que algunos dan al destino, a lo que va a ocurrir, a querer controlar nuestra vida o que suceda lo que queremos que ocurra o que no ocurra, la Providencia actúa de forma inesperada, creando situaciones o acontecimientos que ni siquiera nos imaginábamos. Yo procuro tener en mi vida presente a la Providencia para aceptar quién y qué soy: una persona mortal y limitada, pero en continúo proceso de cambio y en camino.

26/4/25

Los medios nos muestran la Iglesia sin Dios

La Capilla Sixtina, donde se reúnen los cardenales para realizar sus votaciones, un lugar sagrado para remarcar la presencia de Dios.

Vaya por delante quien escribe esta reflexión es sólo un pecador laico, con algo de formación cristiana, pero sin ninguna distinción especial, así que, quien lea este pequeño texto, espero que comprenda que sólo es un pensamiento de preocupación, que expreso a modo profético, sintiéndome Iglesia.

Aunque no diariamente, procuro informarme por más de uno y atender a lo que nos muestran del mundo los medios de comunicación. Y mientras más veo, leo y oigo, más me está aterrando la campaña "informativa" (la entrecomillo para reseñar la falta de objetividad), del próximo cónclave, resaltando mucho, mucho, mucho, las reuniones de cardenales, los análisis de los perfiles de cada uno, querer extraer datos sobre qué y a quién van a votar... Todo ello sin mencionar a Dios, sin mentar la intervención divina, propiamente del Espíritu Santo como es esta situación.

Los medios de comunicación nos muestran la Iglesia sin Dios, la desacralizan completamente, para hacernos ver que sólo van a ser una serie de hombres votando a otro, sin que haya nada más: ni oración (que la habrá), ni encomendación espiritual (que la habrá), ni la propia intervención del Señor (que la habrá también). Ningún medio muestra cuáles son las oraciones previas a una reunión de cardenales; ningún medio se preocupa por si se encomiendan al Padre, a la Santísima Trinidad, o a nuestra Madre, o incluso a algún santo concreto.

Frente a toda la evangelización, que es la única y verdadera misión de la Iglesia en este mundo, nos están mostrando una jerarquía politizada, influenciada por unos u otros, mundana o materialista, aparentemente alejada de la historia del Cristianismo, basada en la Palabra de Dios.

Ruego que, si este texto lo lee algún amigo sacerdote, comencemos pronto, como Iglesia, a mostrar la base espiritual de todo lo que acontece, la fe en Dios que nos une y mueve a todos (o a muchísimos, porque siempre habrá algún hermano descarriado, como pasa en toda gran familia), y que intentemos contener cuanto antes la mundanidad que ha invadido los informativos de los medios de comunicación, mostrándonos, como nos muestran, una Iglesia sin Dios.

Es sólo una reflexión, pero muchas gracias por leerla, que el Señor nos guarde y cuide a todos.

4/1/25

Mi extrañeza tras lo ocurrido en las campanadas 2025

Sé que no estoy en posesión de la verdad, ni quiero tampoco ser muestra de que yo sé lo que digo, cuando me consta que hay muchísimas personas verdaderamente sabias y yo no me cuento entre ellas.

Pero me sorprende que tras la presunta blasfemia, muy seguramente aberración, quizá irreverencia y, en cualquier caso, falta de respeto y total grosería, cometida en las campanadas de este año, en el canal público, los cristianos no reaccionemos como tradicionalmente se ha hecho.

He leído en redes que se ha denostado por parte de líderes religiosos y otros cargos representativos sociales, se ha denunciado civilmente por parte de abogados cristianos, he visto peticiones para que se envíen cartas exigiendo la petición de perdón al director del ente público, he leído hermosas reflexiones sobre lo que se está perdiendo la persona que ha causado este dolor innecesario o, como en el caso de la imagen que precede a este texto, demanda para que haya en la redes sociales imágenes del Sagrado Corazón de Jesús.

Pero no he visto, también en redes sociales, ninguna convocatoria de prelado eclesial, de sacerdote, parroquia o laicos, que convoquen a una oración o a una misa de desagravio en favor del Sagrado Corazón de Jesús, para pedirle a Dios que perdone a quienes le han difamado y mueva las corazones para un mundo con más amor, tolerancia, misericordia y piedad mutuos.

Me resulta sorprendente como, a veces, mostramos que ni nosotros, los propios cristianos, creemos plenamente en lo que vivimos y, en vez de convocar al encuentro, a la vivencia cristiana en la fe, a través de la eucaristía y la oración, caemos en las demandas sociales mundanas, sin hablarle a Dios de lo que ha pasado, como asamblea, como el Pueblo de Dios que somos.

Pero esto sólo es lo que pienso yo, sólo es mi reflexión. Gracias por leerla, que Dios nos bendiga y guarde a todos, también en este año del Señor de 2025.

Por si quiere leer más sobre los actos de desagravio, aquí le dejo estos dos enlaces a páginas católicas de referencia en la formación cristiana:

Sobre los actos de desagravio en aleteia.org

Sobre los actos de desagravio, reparación y perdón en catholic.net

14/12/24

El rito de la paz también puede ser virtual

Hace unos años, escuché a ciertos expertos decir que el rito de la paz (en la Última Cena, Jesús les dio y les dejó su paz a los apóstoles, Evangelio de San Juan capítulo 14, versículo 27), que expresa la comunión fraterna entre los miembros del Cuerpo de Cristo (la Iglesia, antes de recibir su Cuerpo en el Sacramento), debería ser suprimido o minimizado aún más, porque rompe la solemnidad litúrgica

La verdad, a mí no me deja de horrorizar que haya quien piense así, precisamente, en estos tiempos en que tanta falta hace la paz, con uno mismo y con el prójimo, en todo el mundo, en cada familia, en cada casa, en cada calle, en cada barrio, en cada parroquia, en cada urbe, en cada país.

Ayer presencié todo lo contrario a lo que manifestaban esos expertos, algo que rompía aquel ritual que, a veces, repetimos sin darle mayor importancia, cuando, como indico al principio, fue el propio Cristo quien lo vivió con sus discípulos, incluido el que iba a traicionarle.

Un hombre mayor, cuando todos los demás habíamos terminado de hacer el gesto de la paz entre los que nos encontrábamos cerca unos de otros, decía: “La paz esté con vosotros”, pero no se lo decía a alguien cercano, sino que lo decía a su móvil; necesitaba darles la paz a otras personas que no se hallaban presentes. A mí me pareció un gesto hermosísimo digno de sentar ejemplo.

Por eso, habría que preguntarse… ¿Doy la paz con el corazón o sólo lo hago de cumplimiento? ¿Damos la paz a quien no está cerca? ¿Damos la paz en las redes sociales? (quién sabe, podría ser una buena iniciativa para el futuro religioso virtual). ¿Buscamos darle la paz a aquel prójimo con el que no estamos de acuerdo o hemos entrado en algún conflicto, incluso dentro de la comunidad parroquial?

Ahí dejo estas reflexiones. Muchas gracias por leer este texto, que Dios nos guarde y bendiga a todos. 

15/6/24

Que nadie me diga que Dios no existe

Que nadie me diga que Dios no existe, una doble negación que se convierte en una afirmación.

Mi madre, persona entregada a Dios en su vida, que Le ponía delante de todos, para así servir más plenamente y fielmente a los demás, tuvo en sus dos primeras misas por su alma a tres sacerdotes oficiando sus ceremonias. Y además, en cada una de ellas, un representante con cargos eclesiales destacados, como se merecía mi madre, que tanto hizo por ser y sentirse Iglesia.

Mi padre fue un agnóstico tolerante toda su vida. Le obligaban a ir a misa de pequeño; fue a misa con mi madre de novios y recién casados, por acompañarla; y también conmigo, de pequeño, para ir a pasear luego por el parque. Aceptaba ir a bodas y funerales, comprendía que era necesario. En su misa funeral, presidió nuestro párroco, acompañado, sorprendentemente para mí, del vicario episcopal de zona.

Mi padre estuvo hospitalizado varias veces en estos últimos años y, como cristiano, pedí que le visitara el capellán que hubiera, para charlar un ratito con él, para darle los santos óleos, como fue necesario la penúltima vez, que tan gravísimo estuvo, y para darle la comunión, de la que, no renegaba. Y precisamente, en estos tiempos de hospitalización, el capellán con el que más charló, el que más le atendió, al que más conoció en estos últimos años, ha sido el que ha oficiado la segunda misa en acción de gracias por la vida de mi padre; un sacerdote que no está en este pueblo, sin saber cuántas “carambolas” ha habido para que haya sido él quien ha oficiado esta ceremonia y sin yo haber hecho absolutamente para ninguna de estas “casualidades”.

Lloraré, sí, de verdad que rezaré y lloraré por el alma de quien me diga que Dios no existe, porque esto es imposible de explicar, como tantas cosas que ocurren y a las que no estamos atentos, como tantas señales que hay en nuestras vidas, como tantos sucesos que hay por explicar y a los que no damos importancia para no pensar, Yo sí creo, yo sí tengo claro que Dios existe, yo sí siento que Dios actúa en nuestras vidas y esto que cuento es sólo un ejemplo particular.

Hoy salí conmocionado de la ceremonia y aún lo estoy, sólo me queda escribir: Bendito sea Dios, sea por siempre bendito y alabado.