¿Por qué la Providencia?

¿Por qué "la Providencia"? Hay muchas cosas que los cristianos católicos creyentes no solemos tener en cuenta, como que, frente a la importancia que algunos dan al destino, a lo que va a ocurrir, a querer controlar nuestra vida o que suceda lo que queremos que ocurra o que no ocurra, la Providencia actúa de forma inesperada, creando situaciones o acontecimientos que ni siquiera nos imaginábamos. Yo procuro tener en mi vida presente a la Providencia para aceptar quién y qué soy: una persona mortal y limitada, pero en continúo proceso de cambio y en camino.

15/6/24

Que nadie me diga que Dios no existe

Que nadie me diga que Dios no existe, una doble negación que se convierte en una afirmación.

Mi madre, persona entregada a Dios en su vida, que Le ponía delante de todos, para así servir más plenamente y fielmente a los demás, tuvo en sus dos primeras misas por su alma a tres sacerdotes oficiando sus ceremonias. Y además, en cada una de ellas, un representante con cargos eclesiales destacados, como se merecía mi madre, que tanto hizo por ser y sentirse Iglesia.

Mi padre fue un agnóstico tolerante toda su vida. Le obligaban a ir a misa de pequeño; fue a misa con mi madre de novios y recién casados, por acompañarla; y también conmigo, de pequeño, para ir a pasear luego por el parque. Aceptaba ir a bodas y funerales, comprendía que era necesario. En su misa funeral, presidió nuestro párroco, acompañado, sorprendentemente para mí, del vicario episcopal de zona.

Mi padre estuvo hospitalizado varias veces en estos últimos años y, como cristiano, pedí que le visitara el capellán que hubiera, para charlar un ratito con él, para darle los santos óleos, como fue necesario la penúltima vez, que tan gravísimo estuvo, y para darle la comunión, de la que, no renegaba. Y precisamente, en estos tiempos de hospitalización, el capellán con el que más charló, el que más le atendió, al que más conoció en estos últimos años, ha sido el que ha oficiado la segunda misa en acción de gracias por la vida de mi padre; un sacerdote que no está en este pueblo, sin saber cuántas “carambolas” ha habido para que haya sido él quien ha oficiado esta ceremonia y sin yo haber hecho absolutamente para ninguna de estas “casualidades”.

Lloraré, sí, de verdad que rezaré y lloraré por el alma de quien me diga que Dios no existe, porque esto es imposible de explicar, como tantas cosas que ocurren y a las que no estamos atentos, como tantas señales que hay en nuestras vidas, como tantos sucesos que hay por explicar y a los que no damos importancia para no pensar, Yo sí creo, yo sí tengo claro que Dios existe, yo sí siento que Dios actúa en nuestras vidas y esto que cuento es sólo un ejemplo particular.

Hoy salí conmocionado de la ceremonia y aún lo estoy, sólo me queda escribir: Bendito sea Dios, sea por siempre bendito y alabado.