Mis condolencias para todos los que están pasado o han
sufrido los efectos devastadores de las catástrofes de la naturaleza en el
presente o en las últimas décadas. Vayan por delante mi apoyo, mis oraciones y
mis mejores deseos para con todos ellos, por las almas de los difuntos, por los
heridos, por los traumatizados psicológicamente y por quienes lo pierden todo o
casi todo.
¿Pero y los que no sufrimos esas catástrofes naturales?
¿Para qué deberían servirnos ver en la televisión y conocer todas esas
catástrofes naturales (terremotos, tsunamis, lluvias torrenciales,
inundaciones, desprendimientos de tierra, tornados, etc.)? Está muy bien
expresar la solidaridad, ofrecer oraciones, apoyo y consuelo; yo mismo lo he
hecho al principio de este texto…
Pero hablando de lo cercano: ¿Por qué mañana no se reúnen
nuestros representantes del conjunto de la nación y se deciden a hacer algo en
conjunto? Algo que sea para todos y nos sirva a todos, no sólo a sus intereses
partidarios y a favor de sus respectivas ideologías. ¿Dónde queda esa
solidaridad y ese apoyo para las catástrofes, si luego no se refleja en los
ambientes más cercanos, como la inestable situación que estamos viviendo ahora
mismo en España?
Pienso: ¿Es que no aprendemos, es que no reflexionamos?
¡Por favor, hagan algo ya, no sólo mirarse cada uno a su ombligo y preocuparse
por cómo van a imponer su ideología y su forma de ver la vida y el mundo! ¡No
muestren sólo su solidaridad con lo que ocurre fuera o lo que les ocurre a los
suyos! ¡No esperen a que la catástrofe sea España!
Muchas gracias por
leer este texto; sólo es una reflexión personal sin más valor. Que Dios nos
bendiga a todos y nos ilumine con mucha fuerza, porque falta nos hace. Y escribo en verde, porque aún guardo esperanzas.