Me parece muy triste el cruel asesinato del sacerdote francés Jacques Hamel el pasado 26 de julio de 2016, junto a las importantes heridas a al menos un feligrés más, en una parroquia de Francia; siento que es muy triste ver la poca repercusión que tiene este hecho en los medios de comunicación y en las redes sociales, que se llenan de indignación con otros asesinatos en zonas céntricas, aeropuertos o zonas costeras...
Creo que es muy triste que muchos ya no se acuerden, o mejor dicho, nadie, parece recordar la matanza en la Catedral de Bagdad el 31 de octubre de 2010, en la que cayeron dos sacerdotes y más de 50 feligreses, así como tantísimos asesinatos que hay de misioneros y religiosos en lugares de África, América y Asia. Y es que la religión más perseguida en el mundo es el Cristianismo, por los valores de amor, libertad y justicia que aporta al ser humano.
Pero siento que es aún mucho más triste que los que nos decimos cristianos y que no estamos perseguidos, no se nos note en nuestro día a día, llevando la Palabra de Dios con más fuerza ante estos hechos de persecución y hostigamiento. ¿Qué es lo que nos falta para compartir de verdad el Mensaje de Amor que Cristo nos trajo al mundo?
"Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?" (Carta a los Romanos 8, 31). ¿Pero nos lo creemos?
Muchas gracias por su atención al leer este mensaje y que Dios nos bendiga e ilumine a todos con mucha fuerza.
En este blog, sólo expongo opiniones y reflexiones personales; sé que no estoy en posesión de la verdad, que la Verdad sólo es Cristo como expresión del Amor de Dios, y que todo lo demás son interpretaciones que le damos a las cosas, muchas veces con buena intención y otras que no la tienen. Como me dijo una buena amiga: "Esas son tus vivencias"; aquí están las mías, sin mala intención y sí de forma constructiva (creo yo).
¿Por qué la Providencia?
¿Por qué "la Providencia"? Hay muchas cosas que los cristianos católicos creyentes no solemos tener en cuenta, como que, frente a la importancia que algunos dan al destino, a lo que va a ocurrir, a querer controlar nuestra vida o que suceda lo que queremos que ocurra o que no ocurra, la Providencia actúa de forma inesperada, creando situaciones o acontecimientos que ni siquiera nos imaginábamos. Yo procuro tener en mi vida presente a la Providencia para aceptar quién y qué soy: una persona mortal y limitada, pero en continúo proceso de cambio y en camino.
