Que
el Señor os bendiga, rocieros.
Que
el Señor os bendiga, rocieros. Yo antes era de los que pensaba que ir al Rocío
era sólo ir de cachondeo, a cantar y a bailar, a beber y a comer, a pasar un
camino que, aunque tiene sus dificultades y el gran enemigo llamado calor, sólo
ibais a pasarlo bien. Os pido que me perdonéis por mi equivocada forma de
pensar.
Que
el Señor os bendiga, rocieros. Porque fue Dios quien me dio a conocer a
personas muy comprometidas entre vosotros, personas de grandes valores cristianos
que, no sólo una semana al año, sino durante todo el tiempo demuestran su
compromiso con Nuestra Madre, con la Iglesia.
Que
el Señor os bendiga, rocieros. Por haberme demostrado que sois personas
sensatas y cristianos dignos y coherentes, que participan de los Sacramentos,
que se preocupan y se interesan por los demás, que saben quién es Cristo, que
quieren compartir con los demás.
Que
el Señor os bendiga, rocieros. Y os ilumine; le pido a Dios para que sepáis
guiar a los demás que van con vosotros y que necesitan profundizar en la fe,
formarse como cristianos, vivir unos ejercicios espirituales o un Cursillo de
Cristiandad, ya que si esas personas pueden irse una semana de sus casas,
también pueden hacer otras actividades para ser más plenamente seguidores de
María.
Que
el Señor os bendiga, rocieros. Pido a Dios que sigáis demostrando a los demás
que es maravilloso seguir al Simpecado y que también hay que pararse en cada
Sagrario a hacer presencia y a compartir un ratito con Cristo vivo, especialmente,
en el la propia parroquia. Y luego llevarle a la vida, cada día, todos los días
y, especialmente, en el día del Señor, cada domingo.
Que
el Señor os bendiga, rocieros, que buscáis aumentar vuestra fe y la de aquellos
que tenéis cerca, en este Camino y durante todo el año.
Ruega
por nosotros, Santa Madre de Dios, para que sepamos alcanzar las promesas de
Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Muchas gracias
por leer esta reflexión-oración y que el Señor nos bendiga a todos.