La muerte... Ese gran misterio de la vida, que los
cristianos resolvemos de forma triunfal gracias a las enseñanzas que nos dio
Cristo, que nos dan esperanza e ilusión en la otra vida (Lc 24, 13-35),
tratando así de resolver lo jodidos que nos quedamos los que seguimos en la
tierra, sin saber cuál será nuestro día y nuestra hora en marchar hacia el
Padre. Uno de los temas más importantes de la vida, que muchos o
casi todos quieren obviar, como si fueran a vivir eternamente, como si no fuese
necesario estar todo el tiempo en constante armonía y paz entre la mente, el
alma y el espíritu (Mt 25, 1-13).
Cuando quedan poco más de cinco horas para esta despedida
de tu cuerpo, Paco, yo ya llevo un buen rato sin poder dormir, porque se vienen
muchos recuerdos que proceden de ya más de 20 años atrás. Muchos te conocieron
detrás de aquellas ventanas blindadas que tenía antes la oficina de Correos de
San Juan de Aznalfarache, cuando las cartas y los paquetes tenían que pasar
obligatoriamente por aquella oficina, porque casi que no había otra forma de
comunicarse por escrito (no había empresas de transporte privados, no había
Internet..., sí, ese mundo lo conocimos muchos de los que aún estamos vivos y se
vivía, sí).
Pero yo te conocí en tu ambiente de verdad, en la
Iglesia. Por encima de aquellos que digan que "eras una buena
persona", para mí será mucho más importante, porque demostraste y has
demostrado que eres una persona de fe. Yo tuve un proceso de cinco años de
Confirmación y los dos primeros fueron bajo tu responsabilidad y la de tu
esposa. Puede que se me hayan olvidado ya las cosas que aprendí en aquellos
dos años, pero tengo claro que soy fruto también de aquella época.
Paco, benditos sean tus hijos por siempre, pero somos
muchos tus herederos, muchos los que, en algún momento de tu vida, nos hemos
cruzado contigo, ya sea aquí o allá, que hemos aprendido algo de ti o que nos
ha calado algo de tu testimonio de vida, de vida en la fe y en la Verdad.
Esperemos saber tomar el testigo que nos has dado con la misma responsabilidad,
con el mismo o parecido compromiso, con cierta dignidad y coherencia, dentro de
lo que verdaderamente importa y de que sólo hay una Verdad en esta vida y es que Dios existe. Tú ya
gozas de la Gloria del Señor en el cielo y, ahora, esperemos que los demás
sigamos recordando el camino que tú nos trazaste para llegar hasta el Padre
como tú lo has hecho.
Muchas gracias, Paco, por siempre, ahora tenemos un amigo,
compañero y hermano de fe más que le pida al Padre por todos nosotros.
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