A mis hermanas y hermanos peregrinos,
romeros, rocieros que estos días emprendéis y realizáis ese bello esfuerzo de
coger el camino y los bártulos para ir a visitar a Nuestra Madre en su
advocación a Nuestra Señora del Rocío, especialmente a mis amigos de San Juan
de Aznalfarache, de Gelves y de Coria, algunos de los cuales sí conozco
personalmente:
Yo era de los que renegaba de esta
peregrinación y me declaro converso para con vuestro Camino, porque antes (hasta
hace algunos años), no conocía a nadie de esta peregrinación que luego, durante
el resto del año, fuera un verdadero cristiano/a seguidor de Cristo,
comprometido con la Iglesia y con una comunidad parroquial, responsable y
coherente, sencillo, sensato y atento a los Sacramentos, a la oración, a la
formación y a la acción pastoral.
Pero en estos últimos años, eso ha
cambiado, y no conozco a uno, sino a unos cuantos y, como indico, en distintos
lugares, por lo que no es algo puntual o episódico. Sé que aún quedan muchas
personas que debieran cambiar su conducta y su actitud, pero confío en los que
conozco y sé que harán lo que puedan porque haya más personas que atiendan
sinceramente a sus responsabilidades y atenciones para con la Fe, tanto
individual, como comunitariamente.
Amigos, compañeros, hermanos de fe, yo
no puedo ni podré hacer el Camino, y os pido que lo hagáis por mí también, que
estemos unidos en la oración durante estos días especialmente, pidiendo por los
necesitados (por pobreza, por enfermedad, por injusticias varias), por la
Iglesia y por todos los que la formamos (desde el Papa, hasta el más jovencito
monaguillo, desde los mayores, a los niños que recientemente tomaron su Primera
Comunión), y por todos los alejados y los no creyentes, para que al menos haya
respeto, tolerancia y paz entre todos.
Muchas gracias por leer este mensaje.
Estamos unidos en la oración, en este Camino para que Dios nos bendiga a todos
y Nuestra Señora llene del Amor de Dios todos los corazones. Un abrazo fraterno
con mis mejores deseos.