No a la violencia, no a la violencia, no a la violencia,
no a la violencia, no a la violencia, no a la violencia, no a la violencia, no
a la violencia, no a la violencia, no a la violencia...
Quizá deberíamos repetirlo por escrito cien, quinientas o
mil veces, como ese castigo que había antes en las escuelas, a ver si así nos
enterábamos. ¿Qué conseguimos al matar a otra persona? ¿Quién puede tener los
suficientes argumentos morales para poderle arrebatar la vida a otro? Cristo
dijo: "Quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra"
(Evangelio de San Juan 8, 1-7), y evitó que una mujer muriera lapidada porque
se la consideraba "adúltera", ¿es que ese es un motivo para morir?
Entonces sí lo era, y dos milenios después aún seguimos matando a otras
personas... ¡Cuánto nos queda por evolucionar!
Ojalá que este hecho sirva para que desterremos de
nuestro vocabulario palabras como: matar, asesinar, golpear, torturar,
maltratar, abortar, violar, lapidar, linchar, apedrear, acuchillar, atormentar,
exterminar, mortificar, disparar, tirotear... Que aprendamos que el mundo que Dios nos ha dado es
lo bastante grande como para sólo querer quitarle
la vida a otro ser vivo o amargarle la existencia para hundirle. Y que podamos entender que
la vida es el regalo más maravilloso que tenemos y que está para ser
aprovechada, no para ser juez, jurado y verdugo de otros seres vivos.
No a la violencia, no a la violencia, no a la violencia,
no a la violencia, no a la violencia, no a la violencia, no a la violencia, no
a la violencia, no a la violencia, no a la violencia, no a la violencia, no a la violencia, no a la violencia, no a la violencia, no a la violencia, no a la violencia...