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Imagen en la web www.cathopic.com |
A veces, surge este debate histórico sobre si los sacerdotes pueden casarse o deben permanecer célibes… Sin embargo, en el momento actual de grave crisis (sanitaria y económica), es uno de tantísimos debates que se acallan.
Sería bueno imaginarse ahora a esos sacerdotes que tuvieran una familia y que se negaran a celebrar la santa misa o incluso a continuar con su labor pastoral, por el lógico temor a contagiar a sus allegados más cercanos, al tener que tratar a tantísimas personas, ya fuese dentro del templo o en sus labores externas. En qué situación quedarían las comunidades de las que están al cargo y cuánta confusión, malestar y problemas al prójimo provocarían...
Sin embargo, la realidad es que la inmensa mayoría (salvo aquellos que propiamente se han infectado o, como seres humanos, han sentido miedo por infectarse o infectar a otros), han estado al “pie de cañón”, haciendo lo que buenamente Dios les ha dado a entender, por ayudar en su campo principal: la salvación de las almas, la redención de los hijos de Dios que quieran escucharles.
Cuando vuelva a surgir este debate, Dios mediante, ya con una cierta estabilidad sanitaria, económica y social, espero que haya quienes alcen estos sencillos argumentos sobre todo por lo que supone esa bendita vida de entrega y de esfuerzo por los demás, en el Nombre de Cristo.
Muchas gracias, sacerdotes, Dios os guarde, os aliente y os siga bendiciendo con mucha fuerza.