Francia es el ejemplo cercano (enlace al artículo Francia en llamas) de cómo el alejamiento progresivo de Dios en nuestras vidas lleva a la violencia, al caos, al desorden, a la destrucción.
Hace décadas que se viene produciendo el cierre de templos católicos en Francia (por poner unos ejemplos de artículos que lo reflejan: "Sólo un 7% de los franceses va a misa", 2019; "La mayoría de los franceses no cree en Dios", 2021...), y eso no es sólo el cierre de unas instalaciones, sino también la pérdida de personas comprometidas con el bien común, que trabajan con su esfuerzo, humildad, honestidad e integridad por una sociedad más justa, religiosos y laicos que quieren construir el Reino de Dios.
La república, sin Dios, es lo que estamos viendo ahora en las noticias: algo vacío, sin sentido, y que sólo alimenta el mal, tanto entre los propios nacidos, como en los foráneos. Sin Dios, no hay esperanza.
Espero que haya conversiones que den la vuelta a tan catastrófica situación, pero lo que quiero con este texto es dar las gracias a la Iglesia en España, no sólo a la jerarquía, que vela por la paz y la prosperidad de nuestra sociedad por el Amor de Dios, sino que también y mucho por todas las personas voluntarias, laicas y religiosas, que hacen por fortalecer la paz en nuestras tierras, compartiendo la salvación a través de Cáritas y el resto de pastorales, evangelizando, dando testimonio, llevando ayuda y paz al prójimo que lo necesita y manteniendo todo lo posible todos aquellos templos que se pueden, lugares de encuentro, de meditación, de contemplación, de armonía. Gracias, muchísimas gracias, hermanos en la fe, que Dios nos bendiga a todos. Muchas gracias por leer este texto.