¿Por qué la Providencia?

¿Por qué "la Providencia"? Hay muchas cosas que los cristianos católicos creyentes no solemos tener en cuenta, como que, frente a la importancia que algunos dan al destino, a lo que va a ocurrir, a querer controlar nuestra vida o que suceda lo que queremos que ocurra o que no ocurra, la Providencia actúa de forma inesperada, creando situaciones o acontecimientos que ni siquiera nos imaginábamos. Yo procuro tener en mi vida presente a la Providencia para aceptar quién y qué soy: una persona mortal y limitada, pero en continúo proceso de cambio y en camino.

16/8/23

Lección de humildad y respeto recibida

En estas últimas décadas, con el ritmo acelerado de tecnología, ciencia y comunicación, nos estamos acostumbrando a todo demasiado rápido. Por el contrario, algunos, bastantes o muchos de nuestros mayores, siguen reservando una forma de ser mucho más sana y sencilla que mi generación y las posteriores apenas las desarrollamos, como es preservar los valores y las virtudes.

En este último año he ido bastante al cementerio; me he acostumbrado, aunque aún hago la señal de la cruz y oro en el interior. Hoy, por circunstancias, sólo me quedé en la puerta, esperando. Y ahí andaba yo, de pie, parado, cuando un anciano de alrededor de sus 80 años, pasó por delante de mí, me saludó y con una mirada reverente, inclinando un poco la cabeza y mirando hacia el interior de la puerta, se santiguó y continuó su camino. Y me di cuenta de que yo no lo había hecho.

Ese hombre, al que no he visto en mi vida y que, probablemente, nunca volveré a ver, me dio una auténtica lección de humildad y respeto, con todos los difuntos allí congregados, aunque estén sólo sus cenizas, con su memoria, con sus recuerdos, con los que están en el cielo y con los que están esperando en el purgatorio para su salvación, con un lugar sagrado, como es este que tenemos en el pueblo. Espero y confío haber aprendido la lección, aunque aún falle y me equivoque.

No quiero acostumbrarme a la soberbia de estos tiempos, al egoísmo y a la hipocresía que no respetan ni la vida ni la muerte, ni a los vivos, ni a los muertos, en que parece que lo sabemos todo, que lo dominamos todo y que no necesitamos a nadie, si no es para que nos sirvan a nuestros objetivos particulares; quiero seguir viendo a gente sencilla, humilde, sensata y sincera, con la que maravillarme y aprender de ellos. Procuraré seguirme santiguando ante el templo por el que pase, la Casa del Señor y ante los lugares que acojan difuntos, que también son espacios sagrados, santiguándome y orando por los restos que allí se encuentran, por las almas de los difuntos y por su bienestar en el Reino de los Cielos.

Que Dios nos bendiga a todos; muchas gracias por su tiempo para leer esta vivencia.