Aunque llegaste, más o menos, a la vez que yo, eres de esas
personas que parece que ha estado ahí siempre, porque por ti no pasaba el
tiempo. Y cuando yo me fui, tú seguiste adelante ahí, sin desfallecer, porque
lo hacías con la mejor intención, porque lo hacías por Jesucristo Nuestro
Señor.
Parecías serio; tu aspecto canoso siempre te dio un carácter de
venerabilidad y de sabiduría. Sin embargo, en cuanto se hablaba un poco
contigo, se descubría la verdad: todo amabilidad, todo cercanía, todo cariño y
mucha guasa, sobre todo, cuando el ambiente lo requiere.
¿Cuántas veces me dijiste que pasabas más tiempo en tu parroquia
que en tu casa? Aparte de tu compromiso, que hacía falta cambiar una bombilla,
que si hacía falta no sé qué papel, que si había pasado algo con un grupo… Y a
todo te ofrecías encantado; de esas personas, humildes y sencillas, que
deberían haber tantísimas, porque seguís siendo el fiel y real reflejo del Amor
de Dios con nosotros, verdadero y puro testimonio de vida en la fe.
Mientras tenga memoria, recordaré la anécdota de la única persona
que te sacaba de tus casillas; esa llamada que recibiste de tu hermano
misionero y que, cogiste preocupado, en la medianoche, por si le había pasado
algo y él lo que quería es que fueras a su casa a poner la bandera de su equipo
en el balcón, a lo que te negaste con toda indignación. Por mucho que lo
contaras y con esa seriedad tan tuya que lo hacías, siempre había que reírse.
Tú eras de esas personas que me hacen seguir queriendo ser Iglesia,
sencillo y humilde, trabajador, comprometido, responsable servidor de Dios,
como también lo era mi madre. Gracias le doy a nuestro Padre por haber conocido
tu carácter acogedor, entregado, servicial y cariñoso, todo ello de corazón,
porque era el Señor quien te lo llenaba.
Descansas en la Paz de Dios, pues en tu caso, es seguro, hermano
mío; ahora todo el consuelo y apoyo que sea posible para tu viuda, tu hermano, tus
familiares y seres queridos.
Gracias por tu vida, Fernando, bendita sea tu alma siempre De Colores. Gracias le doy a Dios por haberte podido conocer a través del cursillo de cristiandad. Me uno en oración por tu alma a todos los tuyos.