No soy vidente, ni místico, ni profeta, ni parecido a nada de eso... Pero viendo con mis ojos las noticias y lo que ocurre, los signos de los tiempos, estamos en un momento de claro predominio de la caridad y de la oración.
Lo tenemos en el Evangelio: “No juzguéis y no seréis juzgados” (Lucas 6, 36-38), aprendamos a perdonar, a disculpar los defectos y errores de los demás, que es una tarea ardua y difícil. Ya está bien de celos y envidias, cuando somos una religión de Amor, de la Buena Nueva que nos trajo el Evangelio, de la esperanza en la Salvación. Preocupémonos por lo más acuciante, que es tanta necesidad como hay en nuestros prójimos, tanto desempleo, tanta falta de ingreso, tanta falta de condiciones para una vida digna, de los sin hogar y sin techo, de los emigrantes hacinados en centros o malviviendo como pueden, de ancianos solos, de maltratos… Y si no podemos aportar económica o materialmente, hagamos por orar y por concienciar a otros.
Lo tenemos en el Evangelio: “No juzguéis y no seréis juzgados” (Lucas 6, 36-38), aprendamos a perdonar, a disculpar los defectos y errores de los demás, que es una tarea ardua y difícil. Ya está bien de celos y envidias, cuando somos una religión de Amor, de la Buena Nueva que nos trajo el Evangelio, de la esperanza en la Salvación. Preocupémonos por lo más acuciante, que es tanta necesidad como hay en nuestros prójimos, tanto desempleo, tanta falta de ingreso, tanta falta de condiciones para una vida digna, de los sin hogar y sin techo, de los emigrantes hacinados en centros o malviviendo como pueden, de ancianos solos, de maltratos… Y si no podemos aportar económica o materialmente, hagamos por orar y por concienciar a otros.