Me
ha llamado poderosísimamente la atención esta tarde escuchar a tres personas
que, de forma voluntaria, han viajado 4000 kilómetros para descubrir que aún
hay gente buena, que hay gente que da sin esperar nada a cambio, que todo lo que
se ayuda a los demás le sirve a uno mismo para su vida, que hay que dar para
sembrar el bien y que otras personas lo puedan seguir haciendo en el futuro,
que se pueden hacer muchos tipos de acciones y tareas para hacer un mundo mejor…
Cuando
todo esto lo lleva haciendo la Iglesia, en el Nombre de Cristo, por el Mensaje
del Amor de Dios que trajo al mundo, desde hace 2000 años, acogiendo,
atendiendo, acompañando y ayudando a refugiados, a exiliados, a presos, a
esclavos, a viudas, a enfermos, a pobres, a hambrientos, a huérfanos, a
ancianos, a emigrantes, a excluidos, a abandonados, a desahuciados, a
perseguidos… Desde hace 2000 años y por todo el mundo; no hace falta viajar
4000 kilómetros para descubrir a gente que lo da todo por los demás, pues en
cada barrio hay personas que comparten lo que puede de lo que tiene, que dan lo
mejor de sí mismos sin esperar a cambio, con humildad, con sencillez, desde el
corazón… Por todo lo que aprendimos de Cristo y que se repite en nuestras vidas
constantemente gracias a los Sacramentos.
Yo
tengo claro y defiendo que la fe es vida, es esperanza, es ilusión, es crecer
como personas. Ojalá que esas personas a las que he escuchado esta tarde y
otras muchas lo descubran pronto, porque sólo así podremos hacer un mundo mejor
y con unos buenos cimientos, desde la Iglesia, desde el Amor de Dios para con
todos nosotros.
Muchas gracias por leer esta reflexión y que Dios nos bendiga e ilumine a todos con mucha fuerza.
Muchas gracias por leer esta reflexión y que Dios nos bendiga e ilumine a todos con mucha fuerza.