Le
quiero responder a mi amigo Ernesto A. H. R., en su buen artículo del que pongo
el enlace al final de este mensaje. Invito a leerlo y a interiorizarlo.
Para mí, querido amigo Ernesto, el
problema está en nuestra sociedad y en que llevamos algunas décadas formando
para el conocimiento y desechando totalmente la formación en actitudes (y en valores). Para ello, te voy a
contar, muy resumidamente y sin entrar en detalles, una anécdota personal:
Allá
por mi C.O.U. (Curso de Orientación Unversitaria), con 17 años, en el año 92,
ya con varios años de democracia, en el instituto (aquello sí eran institutos,
con gente de 14 años para arriba), surgió la necesidad de implantar una medida
que cambiaba la vida del centro: cerrar las puertas durante las horas de clase,
como protección a los menores. Claro, acostumbrados a salir y a entrar con
libertad, aquello levantó la ira de los alumnos.
Y
héteme aquí que yo era representante del consejo escolar y, entendiendo la
medida que habíamos conocido y aceptado de primera mano, se impuso a los
alumnos sin más explicación, sin más razonamiento, sin más "diálogo"
(una palabra ahora muy de moda). Y esto fue lo que yo propuse en un consejo
escolar extraordinario, una vez comenzada la aplicación de la medida tras las
protestas de los alumnos ("alumnos", sí, no "estudiantes").
Sin
embargo, todos los miembros del consejo escolar rechazaron mi propuesta, porque
en mi exposición dije la palabra "convencer", y ellos me dijeron que
no están para "convencer" a nadie. Y muchos eran buenos profesores o
miembros del personal de administración y servicios (por supuesto, como en toda
agrupación, no todos eran buenos profesionales), pero no les gustó aquella
palabra.
Este ejemplo espero que sirva para
algo que se sigue manteniendo, desde mi punto de vista: se forma
en conocimientos, en habilidades, en muchas materias..., pero no se forma
integralmente a la persona (es más, casi se rechaza por cuestiones de
"libertad"). Y así ocurre tanto en el sistema educativo, como en las
familias. Y así es como yo creo que se están dando todas estas sinrazones,
toda esta tergiversación de las palabras y el lenguaje ("derecho a
decidir" sobre los demás; "diálogo", cuando lo que se quiere es
imponer; o "libertad", cuando en realidad cada uno quiere priorizar
"su libertad", cuando siempre se ha establecido que la libertad de
una persona llegado hasta donde influye en la de otra). Y creo que otro problema es el de
aquellos centros que reflejan en sus planes educativos que forman integralmente
a la persona, cuando lo que hacen es transmitir ideologías.
Siento que se están perdiendo palabras
como: "perdón", "sencillez", "sensatez", "cordura","
humildad", "piedad", "misericordia"... Nadie las dice
y, mucho menos, se emplean con sus significados verdaderos.
Y también le pasa a "convencer",
según la RAE: 1. Incitar, mover con razones a alguien a hacer algo o a mudar de
dictamen o de comportamiento. 2. Probar algo de manera que racionalmente
no se pueda negar.
Hace unos años, me dijo un
amigo que cuando más juegos de azar hay, es que está peor la economía de la
sociedad. En el presente, hay muchos programas de debate en televisión (ya sean políticos o "del corazón"), y parece
que, consecuentemente, es cuando la gente menos se aviene al diálogo, a la
reflexión y al convencimiento.
Enhorabuena por tu texto,
Ernesto:
http://www.archisevilla.org/Blogs_16
"Derecho... ¿a decidir?" (12 de
noviembre de 2014).
Gracias por leer este
mensaje y que el Señor nos bendiga e ilumine a todos.