Querido
hermano creyente de San Juan de Aznalfarache:
Esta
tarde, no es tarde de “ver”, no es tarde de “andar sin ton ni son”, no es tarde
de “disfrutar”, no es tarde de “comenzar o seguir una tradición”. Es tarde de
oración, es tarde de meditar, es tarde de interiorizar y profundizar en la
Palabra de Dios, es tarde de fe, es tarde vida en la fe. Es tarde de acompañar al mismísimo Cuerpo de Cristo, haciendo una genuflexión (arrodillarse o, al menos, inclinar la cabeza),
como forma de respeto, de reverencia, si pasamos o pasa a nuestro lado. Es
tarde de pensar en quién fue nuestro Patrón (un profeta, el último profeta
antes de Jesucristo, el que anunciaba a Dios y la necesaria conversión para
acercarnos a nuestro Padre). Y es tarde de recordar la ternura de nuestra
Madre, de recordarnos que Ella nos invita a seguir a su Hijo, a hacer lo que Él
nos decía que hiciéramos, como en las bodas de Caná.
Y
esto es todo el año, no sólo un rato de procesión; y para quienes no lo pisan,
que esta procesión es una invitación a volver al templo, a la casa de Dios, a
un lugar común donde desarrollarse más plenamente, donde fortalecer la mente,
el corazón, el espíritu y el alma. Porque Dios quiere lo mejor para nosotros,
porque Cristo vino para mostrarnos a nuestro Padre, porque María quería que
siguiéramos a su Hijo, y porque San Juan Bautista quería que fuéramos verdaderos hijos
de Dios y nos convirtiéramos a su Amor.
Bendito
día de San Juan Bautista tengas, tú que lees este mensaje (muchas gracias por
hacerlo), y, sobre todo, participa de la Eucaristía, a las 19:00 h., que en el
templo está Cristo.